La investigación
narrativa propone la construcción de datos por medio de diversas técnicas que
se pueden complementar entre sí en distintos momentos de la investigación y que
deben ser elegidas de acuerdo con el tema y los objetivos en particular. Dentro
de éstas se encuentran técnicas orales, escritas o interactivas tales como
autobiografías, entrevistas, notas de diario, cartas, narrativas discontinuas,
fotografías, videos, talleres, conversaciones informales, socio drama, juicio,
etc.
Esta pluralidad de técnicas
provocadoras de las narrativas, no sólo retoma las distintas propuestas de la
investigación social cualitativa, sino que, además, convocan herramientas de
múltiples disciplinas sociales y educativas, y, además, abren la puerta a la
potencia creadora de quien investiga, pues no necesariamente hay que
circunscribirse a unos instrumentos prediseñados, sino que pueden diseñarse
nuevas propuestas.
Las técnicas se complementan en
la construcción de datos, para el análisis, cada momento y cada paso deben
estar en constante diálogo. Esto se observa en rutas metodológicas como la
propuesta que parte del registro de codificación en el que la información
construida se transcribe y se le asignan códigos de identificación que sean
pertinentes y útiles.
Luego en el nivel
textual, se realiza la preconcepción de la trama narrativa y es allí donde
toman importancia los hechos (¿qué?, ¿cómo?, ¿por qué?), las temporalidades
(¿cuándo?) y las espacialidades (¿dónde?), dado que, como señala Piedrahita (2014),
brindan información sobre los acontecimientos, las acciones y las experiencias,
lo que posibilita procesos de significación acerca de la manera cómo la
narración de los acontecimientos refleja la creación de realidades.
Posteriormente se analiza el
nivel contextual, en este momento toman importancia las fuerzas narrativas, es
decir, lo que los participantes refieren que “el lenguaje hace” y a “lo que se
hace con lo que se dice”. Incluyendo a los otros como parte del mundo
individual y emitiendo reflexiones morales, políticas y estéticas que permiten
comprender qué se ha hecho y por qué se ha hecho. Esto da cuenta de elementos
muy interesantes que permiten al narrador sorprenderse a sí mismo por lo que
narra: seducirse, reafirmarse, desmentirse, interrogarse, etc.
Los atributos relacionados con
las imputaciones se relacionan con las razones, las responsabilidades, los
grados de aprobación o desaprobación y los motivos personales para actuar de
determinada manera. Pues, “la estructuración de la experiencia puede analizarse
en cuanto a los significados y motivos”
los relativos a las
potencialidades se refieren a las capacidades de los participantes, a lo que
saben y lo que pueden hacer, esto incluye su espontaneidad para llevar a cabo
acciones. Esta particular relación del narrador consigo mismo, en tanto
protagonista y espectador, es un desafío adicional para quien investiga, en
tanto le implica analizar múltiples elementos no verbales, no previstos y no
necesariamente estructurados.
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